La eterna discusión en torno a la tauromaquia.

29 March, 2023

Juan Diego Valdés. Socio principal, Derecho Animal Valdés Abogados - ASLABOR.

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En Colombia se ha intentado varias veces prohibir la práctica de la tauromaquia acudiendo a diversos mecanismos legales. En su momento, Gustavo Petro intentó “prohibir” esta práctica cuando fue alcalde de Bogotá, y lo ponemos entre comillas pues, precisamente, lo que hizo esa alcaldía no fue prohibir la actividad en sí, pues ello requeriría de una ley, y lo que se intentó, entonces, fue revocar el contrato por el cual se alquilaba la Plaza de Toros de la Santamaría para el desarrollo de esta práctica. También, por supuesto, se ha intentado prohibir esta actividad por la vía legislativa. A finales de 2022, por ejemplo, se archivó un proyecto de ley que buscaba prohibir las corridas de toros, tras recibir 78 votos en contra y 75 a favor, en uno de los correspondientes debates en la Cámara de Representantes.

No obstante, poco tiempo después, el 15 de diciembre de 2022, el proyecto de ley 085 de 2022, que busca la prohibición progresiva de las prácticas de entretenimiento cruel con animales, dentro de las que se incluyen las corridas de toros, fue aprobado en el Senado, aunque están pendientes, aún, los correspondientes debates en la Cámara de Representantes.

Más allá de cómo resulte el trámite de este proyecto de ley, queremos presentar algunas consideraciones al respecto, sobre un debate que, a nuestro juicio, ni siquiera debería darse en pleno 2023. Para ello, primero debemos recordar que los toros son seres sintientes, y que son reconocidos como tal en la legislación colombiana, por la Ley 1774 de 2016.

En primer lugar, queremos plantear esta cuestión: ¿es justificable explotar y matar a otros por diversión o entretenimiento? No. No hay excusa alguna que justifique el explotar, dañar y/o matar a alguien por entretenimiento. Acá debemos ponderar cuáles son los intereses entre los cuales se presenta un choque, por un lado, el entretenimiento de los seres humanos y, por otro lado, la dignidad, el bienestar y la vida de un ser sintiente. Se deben poner en una balanza estos intereses y hacer un juicio sobre cuál debe primar. ¿Es acaso, posible, que puestos estos intereses en una balanza, se le dé primacía al entretenimiento?

Ahora bien, un argumento común es que se defiende la tauromaquia como parte de la “cultura” de un país o de una región. Acá, igualmente, debemos cuestionarnos si la cultura es una justificación para hacerle daño a otros. ¿es ético violar los intereses básicos de un ser sintiente solo porque se ha venido haciendo de forma relativamente constante a través del tiempo, por un determinado grupo de personas dentro de un espacio geográfico? Las expresiones culturales, si bien pueden ser parte importante de la identidad de los grupos sociales, deben respetar los intereses y derechos básicos de los demás.

En otros momentos de la historia, era posible realizar eventos crueles que implicaban la explotación y muerte de seres humanos, sin embargo, estas prácticas han sido proscritas, en la medida en que se consideran los derechos de los individuos, también, y no solo las prácticas culturales. Hoy en día suena absurdo promover que se realicen espectáculos que impliquen la tortura y muerte de seres humanos, aunque antaño fueran parte importante, incluso central, de diversas culturas.

En este punto, cabe que nos preguntemos por qué en determinado momento de la historia no se le daba importancia a la vida, intereses y derechos de determinados seres humanos, como los esclavos en alguna medida, y por qué se les trataba como seres de inferior categoría, si se quiere, ¿qué cambió? Asimismo, cabría preguntarnos por qué actualmente pasa eso mismo con ciertas especies animales ¿por qué le damos más importancia a unas vidas que a otras? ¿cuál es el criterio a partir del cual los humanos damos importancia a la vida, intereses y derechos de un ser sintiente?

Por último, quisiera hacer una breve referencia a otro de los argumentos que se usa para defender la tauromaquia, el derecho al trabajo. El razonamiento es sencillo: el hecho de que un grupo de seres humanos obtenga sustento económico que le permita vivir dignamente a partir de una serie de actividades económicas no hace que esas actividades sean éticas, ni es justificación para permitirlas legalmente. De lo contrario, deberíamos permitir el narcotráfico, pues es claro que hay muchas personas (y familias) que obtienen su sustento a partir de esta actividad, o el tráfico de personas, o, incluso, en su momento no debería haberse abolido la esclavitud, pues claramente era una actividad que movía la economía de muchos estados.

El desarrollo de una sociedad no puede medirse simplemente en términos de crecimiento económico. Deben considerarse aspectos de índole moral y ética, como el respeto por los intereses de quienes son parte de la sociedad y de quienes ocupan el planeta tierra. Permitir actividades que de entretenimiento que implican abuso, tortura y sacrificio de seres sintientes, solo nos ancla a un pasado violento y es una clara muestra de nuestro atraso como sociedad.

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